The Smashing Pumpkins, Mellon Collie And The Infinite Sadness

Es un disco histórico en múltiples sentidos: en primer lugar, para la banda sigue siendo su pico creativo y comercial. Sin embargo, la importancia de este disco va más allá de los cuatro miembros de los Smashing Pumpkins: es un elemento básico de la música de los noventa incluso del género del rock en su conjunto, y según algunos, el último gran disco de rock de la década. 

En abril de 1995, Billy Corgan sentía ganas de cambiar. Aunque en ese momento solo había lanzado dos álbumes con The Smashing Pumpkins, creía que su enfoque musical ya estaba siguiendo su curso. Para su tercer disco, las cosas tenían que ser diferentes. Cuando él y la banda entraron al estudio, prácticamente todo se comparó con lo que habían hecho antes.

Los cambios comenzaron en la producción. En lugar de volver a trabajar con Butch Vig, que había producido sus dos álbumes anteriores, Billy Corgan ayudó a Flood y Alan Moulder en las tareas de producción. «Para ser completamente honesto, creo que era una situación en la que estábamos tan cercanos con Butch que comenzó a ir en nuestra contra… Sentí que tenía que forzar la situación, sónicamente, y salirnos del modelo habitual de grabación de Pumpkin. No quería repetir los trabajos anteriores de Pumpkin».

Y así lo hicieron, en más de un sentido. Grabaron borradores de canciones en su espacio de ensayo que fueron más productivos de lo esperado y produjeron muchas de las partes rítmicas del álbum. Dedicaban tiempo cada día a escribir canciones o simplemente a improvisar. Utilizaron dos salas de grabación al mismo tiempo para evitar el aburrimiento de esperar de brazos cruzados mientras otros miembros de la banda grababan sus partes. El famoso enfoque dictatorial de Corgan hacia la música estuvo menos presente, con el guitarrista James Iha y el bajista D’Arcy Wretzky contribuyendo más musicalmente que nunca.

darcy-wretzky-smashing-pumpkinsMientras lo grababan fue descrito por Billy Corgan como “un The Wall para la generación X”, con referencia al álbum conceptual de Pink Floyd. Ésta afirmación se creía exagerada por los medios especializados, pero fue Corgan quien rió al último con el ‘Mellon Collie and the Infinite Sadness’.

El producto de esas sesiones es un álbum épico y curioso. Corgan se ha abstenido de llamarlo un álbum conceptual con sólo un sentido vago del tema: los dos discos representan el día y la noche. Sólo podría haberse hecho en los años noventa, pero eso no significa que alguna vez suene anticuado. Es más bien una cápsula del tiempo de todo lo bueno de la música de la década.

‘Mellon Collie…’ demostró que los Pumpkins podían ser y hacer lo que quisieran. Temas como «Jellybelly», “Zero» y «An Ode To No-One» aportan toda la agresividad pero concentrada determinación del grunge.Otras canciones, por el contrario, son dolorosamente delicadas, desde el último single «Thirty Three» hasta el más cercano «Farewell And Goodnight» con la obertura clásica de «Tonight, Tonight» y la balada etérea de «1979» que cierra la brecha. Y, por supuesto, sería criminal olvidar el angustioso y el himno «Bullet With Butterfly Wings». Todo esto apenas roza la superficie de todo lo que los Smashing Pumpkins exploran a lo largo del álbum, sin repetirse nunca y sin dejar que nada se pierda en el ruido.

smashing-pumpkinsLos críticos se sorprendieron por la exquisitez musical, pero objetaron que no existía homogeneidad en el concepto del disco debido a las múltiple temáticas de las letras de Corgan; él respondió que su intención no consistió en realizar un disco conceptual como ‘The Wall’ de Pink Floyd, asimismo se identificaba como una persona confundida luchando por su propio realismo, en constante cambio y a veces con ideas contradictorias, en otras palabras, Corgan tenía múltiples facetas.

Este trabajo fue el presagio del principio del fin de los Pumpkins. Fue el fin de la relativa paz de la banda, con la fricción entre bandas por la que se harían famosos, lo que provocó que se separaran cuando Mellon Collie… celebró su quinto aniversario. De todos modos, habían forjado un legado que ha persistido hasta hoy y continuará haciéndolo durante las próximas décadas.