Red Hot Chili Peppers, Unlimited Love

Pasaron 38 años después de su primer lanzamiento y 6 años desde el último disco, los Red Hot Chilli Peppers han regresado con su nueva obra ‘Unlimited Love’. Tener a los Red Hot Chili Peppers rejuvenecidos creando una obra de 17 canciones de un álbum con su querido guitarrista y a Rick Rubin en la producción del disco se siente como una explosión bienvenida de calidez y familiaridad en medio del tumulto.

El álbum es una desviación de su último álbum ‘The Getaway’ (2016), en el que se unieron a Danger Mouse para crear un sonido reinventado. Esta vez, la banda suena más madura y se centra en lo que mejor sabe hacer: funk rock relajado con mucho ritmo. El impacto de Jhon Frusciante es inmediato y parte de la razón por la cual el álbum suena fiel al sonido de los Red Hot Chili Peppers.

El trabajo de guitarra y el tono estelar del guitarrista es lo primero que escuchan los oyentes en la canción “Black Summer”. El álbum comienza suave, aunque la canción presenta un solo de guitarra mordaz a mitad de camino. Las canciones en un molde similar incluyen «She’s a Lover» y «Whatchu Thinkin». También aporta intensidad y emoción a sus solos, elevando incluso canciones indiferentes como «The Great Apes» y «Let ‘Em Cry» a mayores alturas, y la sección central del álbum es el conjunto más sólido de los Chili Peppers.

No es solo John Frusciante mostrando sus habilidades. El ágil trabajo del bajo de Flea está a la vanguardia de la introducción de «Here Ever After», que también presenta las líneas de Anthony Kiedis pronunciadas con rapidez y precisión. El funk con una mezcla de jazz continúa en “Aquatic Mouth Dance”, que presenta a Flea y al baterista Chad Smith jugando entre sí, brindando una amplia sección rítmica, y con una ráfaga de trompetas de jazz.

Donde ‘Unlimited Love’ tiene éxito es en su equilibrio entre el sonido establecido de Chilis con un poco de exploración musical. Si bien el álbum tiene sus raíces en el funk rock por el que se conoce a la banda, hay algunos desvíos breves. Desde influencias de jazz hasta el tinte country de la balada «Not the One», el álbum ofrece sorpresas. “Poster Child” es un espacioso jugueteo entre el blues y el funk que encaja en un ritmo y no lo suelta.

El disco es un sólido retorno a la forma de una banda con un amplio catálogo de canciones clásicas. Puede ser un poco voluminoso, pero las 17 canciones son confiables y sólidas. Y las pocas sorpresas que los Red Hot Chili Peppers brinda en el camino les darán a los fans de toda la vida algo en lo que profundizar.

Texto: J. Lucas.