Mudhoney, Plastic Eternity

Muchas bandas de rock pierden su ventaja con el tiempo a medida que la edad y el éxito apagan el fuego que encendió la música de su juventud. Afortunadamente, incluso después de treinta y cinco años y once álbumes, Mudhoney está tan enojado como siempre.

Si bien ‘Plastic Eternity’ puede parecer al principio que se aleja de los temas políticos directos de ‘Digital Garbage’, ese no es realmente el caso. Después de haber dado la espalda a los grandes sellos discográficos, los cuatro miembros de la banda (Maddison reemplazó al bajista original Matt Lukin en 2001) siguen trabajando en sus otras profesiones y están tan profundamente afectados por la actualidad. Todo esto se refleja en las letras de Mark Arm, donde aborda la destrucción de nuestro medio ambiente, el implacable ascenso de los políticos autoritarios y la cínica propagación de la desinformación de los medios de comunicación y a cualquier otra persona que provocó su ira durante la pandemia.

Si bien la banda normalmente escribe canciones improvisando juntos, el aislamiento de la pandemia y la mudanza del bajista Guy Maddison a Australia obligaron a ensamblar las canciones con un método más fragmentado. Tal vez esa sea la razón de algunos momentos inesperados en los paisajes sonoros de Mudhoney.

En medio de las sorpresas, todavía hay muchas canciones que suenan como Mudhoney clásico. Musicalmente, el álbum se basa en casi toda la gama de influencias eclécticas del grupo, mezclando alegremente la psicología de los sesenta, el punk rock de los setenta, el hardcore de los ochenta y las influencias de sus eternos grupos favoritos como The Stooges, Blue Cheer o Black Sabbath.

Puede que no sea el disco más pesado en el sentido del clima musical actual, pero ‘Plastic Eternity’ sirve como un gran recordatorio de por qué Mudhoney fue fundamental en la definición de un género que ayudó a dar a los noventa su propia identidad, al mismo tiempo que sirve como una gran introducción a nuevos fans que comparten las creencias de la banda.