La intensidad rítmica ha sido la base para el trío Metz de Toronto a lo largo de su carrera de más de una década. Desde su álbum debut homónimo de 2012, el poderoso impulso de la sección rítmica de la banda por el líder Alex Edkins, el bajista Chris Slorach y el baterista Hayden Menzies, que nunca ceden, ni han aflojado su holgura en los tres álbumes lanzados en los ocho años. De un disco a otro, han cambiado algunas de las partes de su enfoque, centrándose en las armonías vocales, reclutando ingenieros como Steve Albini o escribiendo canciones más largas, pero su núcleo y su sello permanece constante.

“Para nosotros siempre ha sido algo bastante gradual”, dijo el vocalista y guitarrista Alex Edkins sobre cómo la banda progresó a lo largo del tiempo, al tiempo que reconoció que también quieren “hacer discos en los que puedas vivir más y que te brinden una variedad de emociones”.

‘Up on Gravity Hill finds’ llega después del parate más largo entre discos hasta la fecha, en el que los miembros de Metz pasaron tiempo con otros proyectos: Edkins con Weird Nightmare y Noble Rot, Slorach con The Armed. Si bien Up on Gravity Hill no refleja necesariamente el sonido de esos proyectos en particular, sí se siente como el trabajo de un grupo que encuentra inspiración más allá de los estrechos parámetros que alguna vez se fijaron, explorando sonidos que encantan tanto como golpean.

Al igual que la rosa sombría que adorna la portada de este quinto álbum, ‘Up On Gravity Hill’ es una yuxtaposición curiosa y abrumadoramente satisfactoria de luz y oscuridad. Metz se basa en una paleta de colores más profunda y canaliza un conjunto más complejo de emociones, lo que se suma a uno de sus discos más gratificantes hasta la fecha. Pero lo que lo hace todo mucho más satisfactorio es que lo hacen manteniendo su núcleo pesado: ese golpe rítmico que hace que toda su música sea esencialmente Metz. Captan algo brillante y más complejo sin perder nunca de vista la cruda urgencia que los ha ayudado a llegar hasta aquí.

‘Up On Gravity Hill’ es un álbum es un álbum relativamente corto con ocho canciones que duran poco más de 35 minutos. Metz demuestra en este disco que continúa escribiendo su historia y demuestra que hay muchos capítulos por delante.