Kim Gordon, The Collective

 Kim Gordon continua poniendo las canciones al revés, como lo hacía en su etapa en Sonic Youth. Desgarrándolos. Descubriendo qué hay adentro. ‘The Collective’, su segundo álbum en solitario, es un nuevo ejercicio de deconstrucción.

‘The Collective’ es un álbum oscuro e incómodamente sucio, mucho más cercano al dubstep y al drone-rock que al rock alternativo. La artista es implacable a la hora de ofrecer fascinantes combinaciones sonoras que sólo alguien tan experimentado como Kim Gordon podría dominar con tanta facilidad. De una canción a la siguiente, no puedes tomar un descanso mientras los ritmos contundentes caen, con Gordon tejiendo su voz entre tonos seductores, asertivos y seguros de sí mismos.

Algunas canciones son considerablemente menos agresivas e intensas, como «Shelf Warmer», que se mueve con una facilidad sedosa y suave y posee una esencia que se siente casi provocativa y misteriosa. En otros lugares, Gordon no se detiene, con temas como «I’m A Man» que se reproducen mejor a todo volumen. En sus dos últimas canciones, «The Believers» y «Dream Dollar», The Collective hace su transformación final en un clímax de rock industrial en toda regla: pesado, aterrador y poderoso.

The Collective suena perfectamente como música de baile de crisis mental con Kim Gordon continuando evocando de manera experta sonidos, alcance cinematográfico y líneas de corte de manera fantástica. Nunca es una escucha relajante, sino un éxito artístico en todos lados. Kim Gordon ha logrado crear un álbum que lleva aún más lejos su legado como fuerza experimental, una pieza más en una discografía que se niega a ser categorizada.