El cuarteto de Manchester ha conseguido ponerse en el radar de nuevas bandas inglesas a seguir. La banda Witch Fever toman influencias del heavy metal de Black Sabbath, pasando a un sonido noventero de los primeros años de Nirvana y la actitud del movimiento Riot grrrl, con especial predilección por el grupo L7.

El álbum debut de Witch Fever culmina en lo que a la banda le gusta llamar «modo de furia total». Desde el inicio de su formación, en 2017, la banda ha logrado hacerse de una reputación a base de hacer música furiosa y lleno de riffs que hacen salirse constantemente de los límites de un género. Aunque en su álbum debut, ‘Congregation’, los ve salir de su zona de confort y llegar hasta los lugares más extremos.

Aprovechando profundamente tanto la experiencia personal traumática como su química interpersonal crepitante, estas 13 canciones ven al cuarteto tambalearse y hechizarse, abordando todo frente a ellos con una creatividad única y una ira justa. Las letras de las canciones de Witch Fever se basan en el pasado de la cantante Amy Walpole, ya que creció en una familia que era parte de una secta evangélica (la Iglesia Carismática).

Todas las características distintivas de la banda, que los han convertido en un acto tan poderoso para presenciar en vivo, se destilan en este disco, desde la entrega característica de la voz de Amy Walpole, que despliega gritos y rugidos rasposo hasta cantos melódicos. Algunas canciones como «Deadlights» y «Bloodlust» se potencian junto a una evolución «doom punk», mientras que la canción principal marca una salida completa hacia el post-punk delirante, arrastrándose a un ritmo acelerado con un sonido de bajo fangoso inspirado en Warpaint. La voz de Walpole también ha evolucionado en todos los aspectos: siendo más áspera, con gritos más guturales y el momento melódico atraviesa con una poderosa gracia y claridad.

En general, el disco no se basa en la velocidad, sino en guitarras afinadas al estilo doom metal con un sonido equilibrado con suficiente fuerza rítmica para ser adecuada para el moshpit. Es un disco que comienza con una nota fuerte y termina con una aún más poderosa, que canaliza la ira, el desafío, el orgullo y mucho más.