Kurt Cobain: más allá de la música

El arte permite dar una mirada al alma y mente de los creadores; en el caso de Kurt, a través de sus canciones mostró su interior utilizando las palabras y melodías para transmitir aquello que había en sus entrañas; por otra parte, en sus obras pictóricas plasmó con líneas, colores y formas su vida inestable, cuya realidad era un tanto oscura y distorsionada.

Mientras forjaba el sonido de Nirvana, dedicaba su tiempo a las artes plásticas. Algunas de sus creaciones formaron parte de los discos del grupo, como las contraportadas de los álbumes Nevermind e In Utero y la portada de Incesticide, un compilado de lados B, rarezas y canciones inéditas que editaron en 1992.

El bajista Krist Novoselic recuerda: «Se tomaba en serio su arte. Le servía como medio de expresión, a través del cual exponía su visión del mundo. Una visión que surgía de formas muy distintas, y en ocasiones resultaba morbosa y retorcida. De hecho, todo su arte es decadente y retorcido. Kurt era bastante coherente en su temática. Todo estaba un poco jodido y oscuro».

En menor escala, el músico también se interesó por la fotografía y por lo audiovisual. Tanto la canción Lithium como el de Heart-Shaped Box contienen fotos de su autoría. Siempre estuvo detrás de las ideas de los vídeos de la banda y el de la mencionada Heart-Shaped Box fue uno de sus favoritos porque dejaba al descubierto sus obsesiones, como el nacimiento, la sexualidad, la enfermedad, las adicciones y la muerte.

Su legado va más allá de los discos que grabó con Nirvana. También se expande a otras expresiones artísticas que, si bien no fueron tan difundidas, permiten conocer más a fondo su mente, la psique frágil y atormentada de un creador que buscaba evolucionar constantemente.

 

 

 

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