El lado literario de Ian Curtis
Ian Curtis es una de las figuras más emblemáticas de la historia de la música alternativa británica y su trágica historia sigue siendo devastadoramente triste. Su presencia aún se siente hasta el día de hoy y su uso experto de las letras dentro de Joy Division es lo que lo distingue como uno de los mejores compositores de una generación.
A pesar de que tenía tan sólo 23 años cuando se suicidó, Curtis era una figura inteligente para su edad y se sumergió en la literatura, lo que se convirtió en una adicción para él. Sus libros favoritos jugaron un papel importante en su vida dentro de la banda, además de ofrecer una visión del hombre detrás de la música.
Su gusto por la literatura jugó un papel fundamental en su formación. Cautivado por las diferentes formas y usos de las palabras que la poesía y la prosa le revelaban, Curtis tomó la literatura como una herramienta que interpelaba no solo la brutalidad del mundo, si no también su condición de working class. Todo ese bagaje intelectual, sumado a su visión oscura, mórbida y nihilista (aunque elegante), produjeron una lírica abrasiva, agria y cargada de nostalgia, además de un sentido significativo de vanguardia. Ian Curtis, como letrista, es considerado uno de los mejores del rock.
Desde pequeño, Curtis siempre estuvo obsesionado con la lectura y era un niño inteligente, al que le encantaba la poesía, dominio que aprendió muy rápidamente. Este amor por la literatura le dio tal habilidad con las palabras que quedó cautivado por el arte de escribir letras y encontró un cariño particular por David Bowie. Era el tipo de amor por la literatura que sería capaz de expresar con Joy Division y que le permitió pintar un cuadro con total elegancia morbosa.
Fue una gran razón por la que la banda resonó tanto entre la gente fuera de la corriente principal. Curtis no era un gran narrador, per se, y evitaba en gran medida las estructuras narrativas lineales de las canciones de los novelistas de este mundo. Pero pocos escritores podrían provocar emociones tan viscerales y crudas en los fans.
Esos fans sintieron una fuerte conexión con el grupo gracias, en gran parte, a la franqueza del lirismo del cantante, que era tan claramente diferente al de cualquier otra persona que estuviera alrededor.
Robert Smith de The Cure recordó una vez perfectamente la cruda emoción que sintió cuando escuchó a Curtis por primera vez: «Recuerdo escuchar Closer (el segundo y último álbum de Joy Division) por primera vez y pensar: ‘Nunca puedo imaginarme haciendo algo tan poderoso como este. Pensé que tendría que suicidarme para hacer un disco convincente”.
Ian Curtis pasó de leer por alegría a depender de los libros en busca de inspiración. En sus memorias, Touching from a Distance, Deborah Curtis recordó que «solía escribir de manera constante y se tomaba la lectura en serio. Además, solía visitar una librería en Manchester y entre sus autores predilectos se encontraban nombres como Fiodor Dostoievski, William Burroughs, J.G. Ballard, o Nicolai Gogol«.
“Las palabras significaron mucho para Ian. Si pusiera un disco, tendríamos que escuchar absolutamente todo. Solía hablar sobre el significado de las letras y la historia detrás de ellas. No le gustaban las canciones que no significaban nada”.
Ian Curtis era verdaderamente un personaje de todo o nada y su obsesión por la literatura era una forma microcósmica de ver la forma en que se lanzaba a todo lo que le importaba.